domingo, febrero 28, 2016

Seis poemas de Tamara Kamenszain


Soñé con Arturo Carrera
es un amigo de mi generación literaria
me susurraba en italiano palabras al oído
era excitante.
Usted puede viajar a Italia a ver si ahí encuentra el amor
interpreta la analista buscando que acabe
la novela de mi vida para que por fin empiece
su realidad.
Arturo no era Arturo porque nunca
en los sueños los que vemos son los que vimos
y de mi generación literaria el pasado me impone
complicidades guiños contraseñas
que los que no estuvieron ahí
nunca entenderán.
Eso me obliga a hacer siempre el mismo recorrido:
psicoanálisis, literatura, teoría, política...
y aunque muchos jóvenes se fascinen con nuestra época
es un hecho que nosotros
tenemos la cabeza quemada.




Tal vez sea esta:
con un gesto doméstico de camisetas impresas -YO ESTUVE AHÍ-
132 estudiantes mexicanos en YouTube
desafían a un candidato a presidente que los ninguneó
lanzando esa fuerza de choque inesperada
que hace decir a Margo Glantz desde su Twitter:
"Yo soy 133".
En primera persona también me sumo
quiero salvar con ellos algo de mi propia juventud
algo que el pasado escanee para mí
un entusiasmo de grupo un nosotros naíf o salvaje
que me permita creer que alguna vez me colé
por los agujeros de las voces ajenas
para encontrarme feliz y contenta
con el eco de la mía.




Esto no lo conté nunca a ninguno de los analistas:
en el colegio primario judío veíamos todos los años
la misma película de los campos de concentración nazi
esa donde unos cadáveres vivos cavan la fosa
después tiran adentro los huesitos de sus muertos
y después todavía son obligados
a empujarse a sí mismos suicidados por otros
que los fusilan para que de tan livianos caigan
sin comerla ni beberla.
No sé pero todavía hoy cuando un taxista dice
algo sobre los judíos me callo
no vaya a ser que por el espejo retrovisor descubra
que yo también estoy al borde de esa fosa.
Por eso no opino por eso me escondo
detrás de la primera persona.




Pero la fiesta engaña porque hay otra línea que sin embargo
de nuevo es la misma:
veinticuatro horas y ya pasamos al 2013.
Varios cambiaron hoy su foto de perfil y eso le gusta a Facebook
porque es bueno contestar a la pregunta íntima
con una imagen pública.
Si pudiera escribir como quien cambia su perfil subiría
unos versos de mi primer libro y los haría pasar como actuales.
Eso contestaría a la pregunta de cómo me siento:
"una piba", diría mi mamá.
Pero mis hijos me privan de hacerlo
si digito la contraseña las iniciales de ellos
me dejan entrar sólo a mi propia edad y eso me devuelve
a los límites del poema-libro.




"Escupamos quieres realmente/ sobre aquello que/ hemos amado"
dicen unos versos de Louis Aragon
que repetíamos a los 20 como un mantra.
Usted se desenamoró del amor repite ahora mi analista
como diciendo vuelva a ilusionarse vuelva a creer
que el asma tiene cura porque si no
no va a poder curarse de la poesía no va a poder lograr por fin
alguna inspiración.




Yo a esta altura de mi vida
me siento obligada a ser clara
aunque nada ni nadie me lo pida.
En un poema de 1986 me puse oscura
para decir algo que ahora
diría de otra manera.
Transcribo parte de ese poema con el único fin
de poder usar de nuevo sin avergonzarme
la palabra sujeta:
"Se interna sigilosa la sujeta
en su revés, y una ficción fabrica
cuando se sueña".
Para mí lo urgente a esa edad era
graduarme de mí misma retener
como diploma de adulta mi nombre propio
en una celda impersonal.
Para eso tuve que recurrir a la tercera persona
como si en verdad los sueños de la otra
los pudiera descifrar Tamara.




Tamara Kamenszain
El libro de los divanes
Adriana Hidalgo, 2014.

domingo, febrero 21, 2016

Dos poemas de Guillaume Apollinaire


Annie

En la costa de Texas
entre Mobile y Galveston se extiende
un gran jardín lleno de rosas
hay en él también una villa
que es como una gran rosa

Una mujer se pasea a menudo
en el jardín sola
y cuando yo paso por el camino de los tilos
nos miramos

Como esa mujer es menonita
sus rosales y sus vestidos no tienen botones
faltan dos en mi chaqueta
la dama y yo seguimos casi el mismo rito




El adiós

Cogí esta ramita de brezo
otoño ha muerto no lo olvides
nunca más nos encontraremos
brizna de brezo olor del tiempo
y no olvides que yo te espero




Guillaume Apollinaire
Alcoholes
Traducción: Agustí Bartra
Clásicos para hoy, 2014.

domingo, febrero 14, 2016

Cuatro poemas de Eduardo Milán


a Diego Maquieira

dos ñañúes secuestran a tres afis
dos indígenas mujeres secuestran policías
de investigación, policías, dos mujeres los secuestran
indígenas las dos, a los tres
eso simple, llano, planea por el aire
occidental: imposible a todas luces
ninguna luz puede con tal mentira
esa mentira se voló la barda
prenden todas las luces de la ciudad:
no se ve nada
sólo es posible en el imaginario policial
que involucra, abuelo acre, a todo aquel marginal moderno
únicos marginales reales de la modernidad: indígenas
indigentes son marginados sociales
indígenas no son marginados, son marginales:
quieren, Clase, estar fuera
los puedes ver cruzar la esquina sin levantar los ojos al semáforo
sin ver el verde, sin ver el rojo, indígenas del ver
tanta parsimonia no se la merece nadie
serán acaso reyes, emperadores de la espera
mientras tanto enlentecen nuestras calles
este pavimento se nos fue de las manos
nosotros todavía decimos nosotros, Clase
ellos ni siquiera dicen ellos





todos tienen un amigo en Buenos Aires

el Fondo no trae a México
lo que edita allá, esa historia de la Escuela de Fráncfort
fue difícil conseguir la biografía de Gilles Deleuze-Félix Guattari
si no me dice Enrique no me entero
se supone que éste es un mundo redondo, global
América Latina está intercomunicada
es la misma casa editorial, el Fondo

no puedo pedirle siempre a Alejandro o a Daniel
a Edgardo cuando va de Barcelona
¿no me mandas el ladrillo que acaban de editar que aquí no llega?
no se puede quemar a un amigo por un libro del Fondo
éste es el mismo lado del Océano

todos tienen un amigo en Buenos Aires -dijo
parecía publicidad del gobierno de la provincia
del dueño de Boca
Macri, el facho
no se dice facho a esta especie de facho
mediático, héroe de clase media
no hay clase media, en rigor
hay un deambular de puesto en puesto
de peso muerto a sin un peso
un círculo de fuego alrededor de la ciudad
termina por ahogarla

claro que es un facho
aunque no sea un facho es un facho
cuidado con la palabra: hay que salvarla
no a la palabra facho, a la palabra
lectura reducida a aldea

el humo sube del rancho entre la niebla
a la orilla de la montaña
las mismas manos dan vuelta tortilla en el comal
nudosas, enraizadas
entre la pausa larga hablar es corto





fruta madre
fruta madre que nos parió, mangos
guayaba, guanábana, plátano
hijos de su fruta madre

manzana, mamey

naranja, toronja -pomelo-, melón
zapote negro, chico zapote
no el más pequeño, el más querido

la mujer con su vestido negro que no
alcanza a cubrir se desnudez -corte
en la pierna, corte en la línea
pasaje de un verso a otro
¿alcanza o no alcanza a cubrirla?
riqueza de especie, pobreza de vista

gobiernos de mar de
gobiernos de la mer
trabajo tirado al mar
traidores, vendealmas de
los petróleos

fruta que no habla
gruta del silencio
interno, de su miel
derramada, la derrama de vidas, la manchada
ancha tierra que tienen
fruta madre, di que hacer





del mismo modo que
se pone un cormorán bañado de petróleo
a la orilla del mar del Golfo
esa imagen va de ojo en ojo alrededor del mundo
un ave inocente que brilla negra alcanza el ojo
un estremecimiento de ave
un estremecimiento de brillo
un animal estremecimiento de una especie que se estremece
que no se estremecía con facilidad, era feliz
ante el desastre de una especie inocente
se estremecía ante el desastre de un ave marina, cormorán, ese ave

giro en el mundo con su perfil intacto que siempre mira al que mira
ninguna menina cambiará
ante una mirada estética, estremecida de crepúsculo, cormorán-menino

salvo que ese cormorán puesto a los pies del desastre para que el ojo tiemble
no sea un cormorán bañado por el petróleo del Golfo
donde cuando yo era un niño y nadie moría
fuera un cormorán hijo de un desastre similiar en las costas de Bretaña un tiempo atrás
cosa que así fue
ave hermosa, brillante, cubierta de petróleo
ojo egipcio fijo mirando aquí
sin comerla ni beberla




Eduardo Milán
Vacío, nombre de una carne
Casa Editorial HUM, 2010.

domingo, febrero 07, 2016

Tres poemas de Raúl Gustavo Aguirre


El golpe

Antes de que ocurriera
todo era más simple.

Antes de que ocurriera
vivir era más fácil,
el sol era más limpio.

Antes de que ocurriera
el caracol subía la pared.
Cuánto dolor en la pared.
Cuánto dolor en todas partes.

Antes de que ocurriera
yo no sabía nada.




El día del miserable

El día del miserable es igual a la noche,
la noche del miserable es negra como el día.

Otros prosperan, otros engordan en el infierno,
pero él no tiene más que sus tinieblas,
su confusión, su soledad, su sufrimiento.

Algunas veces sin embargo algo quiere decir,
alguna mano busca, algún alivio, alguna voz,
pero es entonces cuando lo atan y le pegan.

No hay soluciones para el miserable.




Quizá la poesía

Quizá la poesía sea
-cuando ya todo
lo que era poesía
se malogró en el tráfico-,
quizá pudiera ser
este andar silencioso
en medio de la noche,
ese derrumbamiento
del que sólo quedó
algo invencible y nulo.
Quizás, entonces, sea
este no a lo de siempre,
este lápiz mordido,
esta intranquilidad,
este temblar por nada.




Raúl Gustavo Aguirre
Obra poética
Ediciones del Dock, 2015.