miércoles, diciembre 28, 2011

Clásicos selecta (2000-2010)




Clásicos selecta (2000-2010)
Inti García Santamaría
Montevideo, Uruguay:
La Propia Cartonera, 2011.

Descarga el PDF aquí:
http://es.scribd.com/doc/168380146/Cla%CC%81sicos-selecta

miércoles, diciembre 21, 2011

Dos poemas de Alfonso D'Aquino

.
El cosmógrafo

...y esto, en cambio, sucede por una acentuación
del pensamiento...

G. M. Hopkins

Estaba viendo las estrellas la otra noche
y era como si estuviera viendo las estrellas otra noche
mentalmente me veía mirarlas
y también podía verme mirándome verlas

Me recuerdo mirando las estrellas me decía
y ya recordaba que otra vez las veía

Desde un vidrio me veo y en otro me reflejo
y miro que me miro
y también imagino que una estrella distinta
de pronto se refleja de este lado del libro

Y en cada vidrio que veo un reflejo distinto
de mí mismo se parte y me extravía...




(blue sapphire)


Piedra de las cuatro casas
cada una dentro de la otra a la distancia
en la perspectiva que se prolonga de un cuarto a otro
a lo largo de distintas ventanas

Una casa de tierra una casa lejana una casa de piedra
con el techo de cielo y una casa de aire suspendida en las ramas
o simplemente las distintas caras del azul
si la piedra se mueve o cambia la luz

La blanquísima casa entre las nubes
Xochicaltitla número cincuenta oculta en Coyoacán
el lugar donde abundan las flores
la casa llena de muchachas descalzas

En el callejón empedrado como un sueño
cada casa con su árbol y su loco encadenado
azul bajo cualquier luz
cada perro su fantasma como un hueso

Ya mi primer recuerdo fue verme viendo flores
una maceta de geranios enfrente de los ojos
la circulación de las formas en los reflejos del ventanal
la húmeda huella de unos pies en los mosaicos rojos

Vidrio nublado en el silencio añil
mientras en un rincón del jardín el trueno se cubría de gusanos
en el muro de la yerba santa
unas enormes manchas de humedad me llenaban de desasosiego

Prismas perfectos de una claridad que me ciega
la turbia y al mismo tiempo pura
intensidad de las luces interiores de la piedra
–como niebla azulosa tras un vidrio sin nadie

Frente a la opacidad de los cuerpos enfermos
la música como una forma casi tangible de la felicidad
el jardín con todos sus encantos abiertos y velados
y los libros siempre tantos iluminados y secretos

En su cuarto en penumbra al mediodía
me veo leerle a Pita moribunda
ininteligibles fragmentos del Inferno
que ella en su lúcida somnolencia escuchaba en silencio

Signos producidos por el tacto que recorre la piedra
audibles signos toco sus colores internos
sordas notas huecas la pureza del rojo la profundidad del verde
terciopelo del tacto enamorado de una gema

Hay una casa alojada en mi cabeza
hay una casa a la que sólo vuelvo en sueños
hay una casa a la que nunca he vuelto en sueños
hay una casa de la que no he salido

Carretera Federal a Cuernavaca seis cero seis cero
en el jardín abandonado el liquidámbar siempre verde
lo regué durante trece años cada día
porque entre sus raíces crecía un muerto

Sombras en los vidrios de Tlalpan a mi paso
sombras en San Fernando y sus calles cubiertas de flores de jacaranda
sombras sin principio ni fin dando vuelta en las esquinas de mi mente
sombras por flores en el mercado de las flores

Y gatos infinidad de gatos en los árboles y las escaleras
abejas y tortugas y aquel ave de azoro que soltamos
y una perra tras otra
y varios otros animales bajo tierra

La imaginaba pintada de un azul tan tenue
que en las tardes se confundiera con el color del cielo
lluvia hasta dentro de los libros de la ropa y de los huesos
y por momentos azulosa simplemente desapareciera

Ácida lucidez de mi letrada soledad
iba gestando entre las húmedas paredes y los vidrios ardientes
debajo de las piedras y los forros amarillos
un hongo negro

El azul se descubre por sí solo
como la estrella que oculta el cuerpo fragmentado y repartido
una parte en cada pieza de la casa
y una parte que siempre está perdida

Paso un dedo por la pulida superficie de la piedra
y no puedo dejar de sentir que me acaricia
como una carne tibia con todas las tonalidades del azul
la tersura de su tacto sube por mi mano sin prisa

Y entre las huellas de mis dedos y la piel del cristal
despierta otro sentido
como la música silenciosa que brota de mi mano
al contacto de este fragmento de cuerpo azul endrino

Cesó la lluvia brilla el aire
si no fuera imposible hablar de la divina claridad de la casa de espejos
que al menos mis palabras transparenten
esta tinta inconcebible que corre por mis dedos

Líneas de interferencia cristalina
muestran cada vez una estrella distinta
plaque tournante de las otras casas vividas
series de corredores escaleras tejados y vitrinas

Aquí en los Montes aprendí finalmente a deletrear los astros
a palpar la mínima distancia entre una cara y sus reflejos
en el bosque de niebla los árboles se esfuman en el aire
y a dejar de saludar al fin aun a aquellos que conocí de lejos

Frente al cuarto vacío
el fondo de la alberca se ha cubierto de hojas de encino
y en sus paredes deslavadas crecen inquietantes manchas
como si todo hablara de la extinción del bosque en cada signo

Acechante pupila montada en oro viejo verdecido
intensamente azul genciana sigue desde la mesa mis gestos y sigilos
entre copas vacías y espirales de polvo
imagen previa de la luz en los otros sentidos

Cuerpo de gloria desmembrado en gemas
a partir del mínimo fragmento me deja vislumbrar
desde el centro de la asteria que me guía
hacia adentro de la piedra todo el cuerpo repartido

Hay una casa que desaloja mi cabeza
hay otra casa a la que nunca he vuelto en sueños
hay otra casa a la que aún no he entrado
hay otra casa de la que nunca habré salido

Constelación de objetos a la espera
de la oscuridad en la que se despojarán de su apariencia
y ya sólo el tacto quedará para reconocerlos
las huellas aptas para tocar la música de las piedras

A través del ventanal me veo desde el jardín
reflejado en las ventanas de mis ojos entrar en otra casa
profunda y luminosa como son las casas en los sueños
donde siempre se abre inesperadamente un cuarto nuevo

Y en la huella que se desvanecía sobre el mosaico rojo
me vi dejar la merada huella de mis labios en el sueño
y al fondo de la gema brillar en el reflejo de mi frente
como un volcán diminuto otro triángulo luminoso

El lento movimiento circular del dedo en el zafiro
expande la sensación del roce hasta las circunvoluciones de mi cerebro
y cada giro me acerca al mismo tiempo que enerva cada surco
al punto iluminado que se desprende de mi mano más allá de mí mismo


Ven... entra... ven... no hay nadie dentro...
entra... y no habrá nadie...




Alfonso D'Aquino
Astro labio
Libros Magenta, 2011.

miércoles, diciembre 14, 2011

Cuatro poemas de Hugo Padeletti

.
YA NO VOY A OCUPARME


de la flor del ciruelo,
de la lluvia que cae en el jardín,
de las hojas de jade que palpitan
en el agua de jade.

Me quedo con la impávida ventura
de la taza de té,
con la fresca humedad
de la camelia dibujada.

Ayer es un ciruelo lancinante,
una lluvia que cala el corazón,
un deslumbramiento de jade
que fluye, irreparable,
por el río de jade.

Me vuelvo hacia las formas impasibles
de las flores antiguas del papel,
al amor temperado del laúd,
a la rama de incienso de los clásicos.



SE DICE QUE LAS SOMBRAS DEL HINOJO

cuando se ven de pronto, sobre un lecho
de lajas, figuran el futuro.
La lectura es oscura. Sólo el ojo

que nada espera
ve lo que le espera. Ve la primavera
salpicada de rojo, ve el verano
del piojo y el ratón

–sin goce y sin enojo–, ve el otoño
que desnuda su hueso y, en el beso
de mármol del invierno,
su epitafio, su infierno.



EL ARBOL DE LA CULPA

5

¿Nadie sabe qué es
. . . . el helecho,
este milagro que respira?

¿Nadie sabe qué es
. . . . el gorrión,
que salta en el suelo y se va,
. . . . que vuela en el cielo?

¿Nadie sabe qué es este momento
. . . . de aire como miel,
que ya no es este momento?

Nadie sabe qué es
. . . . el corazón que late,
el tiempo que late y combate
. . . . y los grandes espacios
abiertos, que palpitan.



7

. . De escogidas, profundas, solitarias
. . . . . palabras he vivido. De los bardos
. . . . . . . . . . . del mundo, las movientes
palabras solitarias.

. . . . . . . . ¿Así podría morir?

Cuando cae la carne de las grandes
. . . . . palabras solitarias,
. . . . . . . . . . . cuando cae la carne
de los frutos –oh carne–

. . . . . . . . estoy adentro.




Hugo Padeletti
El Andariego. Poemas 1944 1980
Fondo de Cultura Económica, 2007.

miércoles, diciembre 07, 2011

Tres poemas de Ángel Ortuño

.
Celaje

Uso ciertas palabras
por prescripción
médica.
Sufrí envenenamiento con magnesio.

Pero otras, en cambio, las profiero sin tener ni siquiera
la sombra de un objeto, de un árbol.
Cipreses, por ejemplo, hacia los cementerios
enlosados de mármol
donde los muertos vivos
juegan a ser banqueros y no comen paté
sino cerebros.

Luego termina todo sin motivo ninguno.
El ulular, el ruido de los radios

pleno de interferencia.



In anima vili

Altos estudios, pipas
de kif, tambores
para el empalamiento. La antropóloga
era tan solo eso. Lo sabíamos
todos,
incluso quien nos dijo que en Japón
se filmaban películas
donde se hería la lengua de las protagonistas.

Aunque aquí no podíamos
saber si la antropóloga seguía teniendo lengua.

No era
ni remotamente
japonesa.



Robert Johnson

Una mujer de corazón tan tierno.
Un whisky envenenado.
Nadie dijo: ahí
como un perro rabioso vendrá mi Redentor
a reírse de mí:

¿Aceptó que vendieras
lo que nunca tuviste?
¿Dónde queda ese cruce de caminos?

Tú escupías espuma.
Él era alto y blanco.



Ángel Ortuño

Mecanismos discretos
Mano Santa, 2011.

Lectura en línea del libro completo:
http://issuu.com/luisfernandoortega/docs/ortuno

lunes, noviembre 28, 2011

Patria mía (fragmentos)


Las enfermedades de las letras norteamericanas son, principalmente, la podredumbre y la revistitis.
. . .  Hay enfermedades menores; en poesía, por ejemplo, existen ciertas viruelas:
. . . Hay la «escuela de la virilidad», o «sangre roja»; parece imaginar que el hombre se diferencia de los animales inferiores por la posesión del falo. Sus obras parecen folletos de Sandow.
. . . Hay la «escuela despampanante» que sigue lo peor de las obras de Kipling y Swinburne. Parecería que sus metas son nombrar el mayor número posible de constelaciones, abrumándolas con el mayor número posible de adjetivos polisílabos, apropiados o impropios.
. . . Está la escuela sociológica, que utiliza versos débiles para repetir las ideas que expresó la prosa de las revistas del año pasado.
. . . Bajo un estandarte similiar se encuentran los post-whitmanianos.
. . . Pero Whitman no era un artista, sino un reflejo; en una época de letras parecidas al papier-maché, el primer reflejo honesto. Representó a la época y a la gente (de 1860-80); esto es –tal vez– lo más ofensivo que puede decirse de ambos.
. . . Sus «seguidores» no van más allá del plagio de sus defectos estilísticos. No tienen presente que un reflejo honesto en 1912 arrojará destellos radicalmente diferentes de los que lanzó el reflejo de 1865.
. . . Los pies de estos chapoteadores nadan en la escuela de la «producción normal», es decir, todos aquellos que fatigan las páginas con sentimientos domésticos, agradables e inofensivamente versificados.
. . .  Y sobre todo esto se encarama el abultado moho de nuestras «mejores revistas».
. . . No se trata aquí de la ignorancia o la indiferencia popular, sino de los pseudo-artistas y del sistema de control editorial. Las artes pueden prosperar aun en los tiempos de más densa ignorancia popular. Pueden prosperar, supongo, a pesar de todos los falsos sacerdotes y productores de imitaciones comerciales, pero en este último caso la nación no será conciente de la existencia del arte vivo, y la estafa proseguirá.
. . . El artista serio no juega con la ley de la oferta y la demanda. Es como el químico que experimenta, con 40 resultados inútiles, una impagada pérdida de tiempo, y cuyo experimento número cuarenta y uno, o cuatrocientos uno, produce la maravilla susceptible de pasar a la posteridad. El comerciante debe dejar sus experimentos y descubrimientos, limitándose a la producción de aquello que tiene una demanda, o a la venta de sus chapucerías; ambas posibilidades son tan nocivas para el artista como lo serían para el hombre de ciencia.

[...]

Es verdad conocida que el año de gracia de 1870 Jehová se les apareció a los señores Harper & Co. y a los editores de The CenturyThe Atlantic, y ciertas otras revistas, diciendo: «El estilo de 1870 es la revelación divina y final. Mantengan siempre las cosas en el estado en que se encuentran ahora.»
. . . Y ellos, como hombres temerosos de Dios que eran, obedecieron las palabras del Todopoderoso, con lo que un gran honor y crédito descendió sobre ellos, pues tenían una garantía divina. Y si no me creen, abran un número Harpers, correspondiente a 1888 y otro de 1908. Les desafío a encontrar más diferencia que la fecha.

[...]

Cuando un joven norteamericano, con instinto y entraña de poeta, empieza a escribir, no hay quien le diga: «¡Escribe exactamente aquello que sientes y quieres decir! Dilo con la mayor concisión y evita toda trampa ornamental. Aprende todo el oficio posible a través de un contacto directo con los maestros, y no hagas caso a las sugerencias de aquellos que no hayan producido una obra poética notable. De vez en cuando ponte a pensar (como los aconsejara Longino) sobre lo que tal o cual maestro hubiera pensado de tus versos.»
. . . Por el contrario, el joven recibe de los editores misivas como la siguiente: «Estimado señor..., su obra, etc., es muy interesante, etc., pero deberá usted mostrar mayor preocupación por la forma convencional, si es que quiere llegar a ser un éxito comercial.»
. . . Esto llega del señor Tiddlekins, que siente afecto por uno. Ha sido enviado de buena fe. Y nada celestial o terreno logrará que el señor T. vea el asunto desde un ángulo que no sea el suyo. Fue formado en el respeto por las modas del siglo XVIII. Nunca ha meditado sobre un aspecto fundamental del arte o de la estética. Se le ha enseñado que hay una moda buena. Es ubicuo. (Hay un hombre que aprendió 1890 en vez de 1870, pero está igualmente estancado.)

[...]

No basta que el artista sea impetuoso, debe saber qué es lo que ya ha sido hecho y qué queda por hacer. No debe ser como el muchacho campesino que pasó su juventud inventando maquinaria agrícola, y al salir de su tierra descubrió que sus máquinas habían sido inventadas y patentadas mucho antes que el naciera.


Ezra Pound
Patria mía
Traducción: Mirko Lauer
Tusquets, 1971.

lunes, noviembre 21, 2011

Un bárbaro en China (fragmento)

.
La poesía china es tan delicada que no encuentra jamás una idea (en el sentido europeo de la palabra).
. . . .Un poema chino es intraducible. Ni en la pintura, ni en la poesía, ni en el teatro, hay esa voluptuosidad cálida, espesa, de los europeos. En un poema, indica, y los rasgos que indica no son los más importantes, no tienen una evidencia alucinante, la evitan, y ni siquiera la sugieren, como suele decirse. Más bien, se deduce de ellos el paisaje y su atmósfera.
. . . .Cuando Li Po nos dice cosas aparentemente fáciles como esto, que es un tercio del poema:

. . . . . . . . . ..Azul es el agua y clara la luna de otoño
. . . . . . . . . ..Recogemos en el lago del sur lirios blancos
. . . . . . . . . ..Parecen suspirar de amor
. . . . . . . . . ..y llenan de melancolía el corazón del hombre en la barca.

hay que empezar diciendo que el golpe de vista del pintor es tan común en China que, sin ninguna otra indicación, el lector ve de manera satisfactoria, se regocija, y con toda naturalidad puede dibujar con el pincel el cuadro en cuestión. Un ejemplo antiguo de esa facultad es el siguiente:
. . . .Hacia el siglo XVI, no sé bajo qué emperador, la policía china ordenaba a sus inspectores que dibujaran subrepticiamente el retrato de cada extranjero que entraba en el Imperio. Diez años después de haber visto ese único retrato el policía lo reconocía. Más aun, si se cometía un crimen y el asesino huía, había siempre alguien en la vecindad que podía hacer de memoria el retrato del cual se tiraban muchos ejemplares, que se enviaban a la carrera por las grandes rutas del Imperio. Acorralado por sus retratos, el asesino acababa por entregarse al juez.
. . . .Y después de todo, ¿qué contienen en francés esos cuatro versos de Li Po? Una escena.
. . . .Pero en chino, contienen unas treinta: son un bazar, son un cinematógrafo, son un gran cuadro. Cada palabra es un paisaje, un conjunto de signos cuyos elementos, hasta en el poema más breve, promueven un sin fin de alusiones. Un poema chino es siempre demasiado largo, es tan repleto, tan realmente halagador y tan erizado de comparaciones.
. . . .En la palabra azul (Spirit of Chinese Poetry, de V.W.W. S. Purcell), está el signo de partir leña y el del agua, sin contar el de la seda. En la palabra claro, la luna y el sol a la vez. En la palabra otoño, el fuego y el trigo, etcétera.
. . . .De modo que al cabo de tres versos, hay una afluencia tal de aproximaciones y de refinamientos que uno queda maravillado.
. . . .Este encanto se produce por equilibrio y armonía, estado que el chino gusta por sobre todas las cosas, y en el que encuentra una especia de paraíso.
. . . .Este sentimiento, más opuesto a la paz exaltada de los hindúes que a la nerviosidad y a la acción europeas, sólo se encuentra en las razas amarillas.


Henri Michaux
Un bárbaro en Asia
Traducción: Jorge Luis Borges
Tusquets, 2001.

lunes, noviembre 14, 2011

Viva voz de vida (fragmentos)

.
La pasión que Maximilián Voloshin sentía por la creación de mitos se extendió hasta mí.
. . . . —¡Marina! ¡A ti te perjudica tu abundancia! Tienes material para más de diez poetas – y todos – ¡extraordinarios!... ¿No te gustaría (voz zalamera), por ejemplo, publicar con pseudónimo tus poemas sobre Rusia, aunque el pseudónimo fuera, digamos... Petujov? Verías como (encendiéndose) al cabo de diez días toda Moscú y todo Petersburgo los conocerían de memoria. Briúsov escribiría un artículo. Yablonovski escribiría un artículo. Y yo escribiría el prólogo. Pero tú nunca (el dedo levantado, los ojos encendidos), nunca dirás que eres tú, Marina (suplicante), ¡si supieras cuán formidable será! Briúsov, por ejemplo, no parará de chincharte con los versos de Petujov: «Si usted, señora Tsvietáieva, en vez de cantarle a sus propios ojos verdes, se volviera a los verdes campos de su país como hace el señor Petujov que también tiene diecisiete años...» Petujov se convertiría en tu bête noire, Marina, te atormentarán con él, Marina, pero tú ya nunca – ¿entiendes? ¡Nunca! – podrás volver a escribir nada sobre Rusia con tu nombre, de Rusia sólo escribirá Petujov, – Marina, ¡acabarás por odiar a Petujov! Y después (ya de plano atragantándose) – ¡no! ¿por qué después? Ahora mismo, junto con Petujov, crearemos otro poeta – ¿poetisa o poeta? – una poetisa y un poeta, serán gemelos, los Kriúkovy, digamos, un hermano y una hermana. Crearemos algo que no ha existido todavía, unos gemelos geniales. Serán ellos los autores de tus poesías románticas.
. . . . —¡Max! – ¿y a mí qué me quedará?
. . . . —¿A ti? Todo, Marina. ¡Todo lo que todavía serás!
. . . . ¡Cómo me rogaba! ¡Cómo me seducía! ¡De qué manera tan cautivadora pintaba el anonimato de esa gloria, la gloria de ese anonimato!
. . . . —Tú serás como aquel monarca, Marina, en cuyos dominios nunca se ponía el sol. En la poesía rusa no quedará nadie que no seas tú. Con tu Petujov y tus gemelos les sobrevivirás a todos, Marina, a Ajmátova, a Gumiliov, a Kuzmín...
. . . . —¡Y a ti, Max!
. . . . —Y a mí, por supuesto. De nosotros no quedará nada.
. . . . Tú serás – todos, tú serás – todo. Y (los ojos en blanco, en la voz – la sordina) tampoco quedarás tú. Tú serás – esos.
. . . .Pero la pasión mitocreadora de Max se estrelló de forma funesta contra la roca de mi germana honestidad protestante, con ese nefasto orgullo que me hace firmar cuanto escribo. Y... ¡qué buen poeta habría sido Petujov! Y... ¡hasta el día de hoy lloro aquellos gemelos poéticos!


[...]


Coexistencia de dos poetas – igualdad de un ilustre con un desconocido. Yo misma soy un ejemplo vivo, ya que nadie nunca tuvo una actitud de tanta atención y culto hacia mis poesías llamadas maduras, como Maximilán Voloshin a sus treinta y seis años, por mí a mis dieciséis. La gente sólo se comporta así con lo patentado, que para ellos es – por la mayoría de voces por la fama – incuestionable. Nunca y en nada M.V. me hizo sentir las prerrogativas de su experiencia, por no hablar de su nombre. Me amaba también por mis fracasos. Como a quien había sido alguien. Nada de un maître (¡y eran tiempos de maestrear!), y todo de un igual. Puedo decir que amaba la poesía como yo – como si él nunca la hubiera escrito, con toda la fuerza de un amor desesperado por una fuerza inaccesible. Y, al mismo tiempo, escuchaba cualquier buen poema como si fuera suyo. Cualquier buen verso era para él un regalo personal, como para quien ama la naturaleza – un rayo de sol. («Todo eso fue, fue, fue» – y a qué punto ese fue es más grande que el es, ¡más significativo! ¡A qué punto es – es para siempre! ¡A qué punto punto fue – ¡ha dejado de ser!) Me acuerdo sólo de una, de una sola correción, intento de corrección – en todo el voluminoso Álbum vespertino al mero principio de nuestra amistad:

. . . . . . . . . . . . . . . Y con un suspiro, entre negras patas,
. . . . . . . . . . . . . . . quemaremos, tristes, nuestras naves...

. . . . —¿No le parece, Marina (una pausa, los ojos expectantes)... Ivánovna, que es un poco difícil – y retorcido – eso de quemar las naves – entre negras patas? ¿Que para eso – entre las patas – hay poco espacio? Aunque, no cabe duda de que son de oso, es decir, fuertes, apretadoras. Digamos que las naves se acostumbra a quemarlas en el mar, y aquí – unas patas de oso – es obvio – el bosque, espeso. Es difícil suponer que un oso se hubiera instalado con usted a la orilla del mar donde – justo en ese momento – estuvieran ardiendo sus naves.
. . . . Así se me quedó grabado: la orilla desierta de Koktebel, en ella un oso, es decir, Max, está conmigo, y justo en ese momento, en la playa – para que sea más cómodo –, una flotilla en llamas.


Marina Tsvietáieva
Viva voz de vida
Traducción: Selma Ancira
Editorial Minúscula, 2008.

lunes, noviembre 07, 2011

Sobre la lectura (fragmento)

.
El año pasado conocí a un joven analfabeta de unos veinte años; hay más analfabetas en Kentucky que en cualquier otra parte del mundo, con la posible excepción de Filipinas y Haití. El horror de este predicamento fue lo primero que me impresionó, porque era su analfabetismo lo que le impedía conseguir trabajo, y en segundo lugar por la venda que éste le imponía a su imaginación. También comprendí mejor que nunca lo que es un texto y cómo un texto puede cumplirse sólo en la imaginación, cómo meras palabras, que se han usado una y otra vez con otros propósitos y en otros contextos, pueden ser ordenadas por, digamos, un Julio Verne, hasta el punto de ser descifradas como una narración de intricada textura y color espléndidos, de significados y valores precisos. En la época  en que se sucedieron las visitas inoportunas del analfabeta (estaba tratando de ayudarlo a encontrar trabajo) estaba leyendo Les enfants du capitaine Grant de Verne, un libro de geografía ingeniosamente disfrazado de cuento de aventuras para niños franceses, una obra en dos fornidos volúmenes. Nunca antes he sentido cuán afortunado y privilegiado soy, no tanto por saber leer, un estado de gracia que bajo diferentes circunstancias podría desperdiciarse en la interpretación de formularios fiscales o manuales jurídicos, sino por estar en condiciones, de vez en vez, de salir de mí mismo por completo, de estar en otro lado, entre otras mentes, y regresar (al poner mi libro a un lado) renovado y fresco.
. . . . Porque para lo que sirve realmente la lectura imaginativa es para supender los trabajos de la propia mente y darle paso a otra sensibilidad; en un sentido literal, rendirse uno mismo a Henry James o Conrad o Ausonio, a Yuri Olyesha, Basho y Plutarco.
. . . . La mente es un órgano que se autoconsume y es presa de sí mismo. Es un órgano para poner adentro lo que está afuera. Una avispa tiene un ganglio nervioso muy simple por cerebro, un receptor para el color, el olor y las distancias. Es muy probable que una avispa no piense para nada, y si pudiera escribir, todo lo que tendría que decir estaría relacionado con el delicioso olor de las avispas hembras y las peras fermentadas, las hexagonalidades de varios materiales (la fibra de la madera, el papel) en la arquitectura de los nidos, con algunas observaciones tal vez sobre los azimuts (para los jóvenes). Los ángeles, para desplazarnos al otro polo del ser, escribirían de historia y acusaciones solamente, y si Satán hubiera escrito sus memorias, éstas se parecerían a las de Frank Harris, ¿y quién querría leerlas?


Guy Davenport
¿Qué son las revoluciones? Y otros ensayos sobre arte y literatura
Traducción y prefacio: Gabriel Bernal Granados
Libros Magenta, 2008.

viernes, octubre 28, 2011

Cuatro poetas indígenas de Estados Unidos

.
Sin título

Para mi padre, que vivía sin ceremonias

Es difícil, sabes, sin los bisontes,
el chamán, la flecha,
pero mi padre salía todos los días a cazar
como si los tuviera.
Trabajaba en los corrales de ganado,
toda su vida nos traía carne.
Nadie marcó su primera matanza,
nadie cantó su canción del bisonte.
Sin ilusión había migrado a la ciudad
y fue a trabajar en la empresa empacadora.
Cuando traía a casa tarros y cueros
mi madre le decía, bótalos.
Recuerdo las huellas de animales que dejaba su viejo coche
que retrocedía por la entrada de la casa con nieve y lodo,
la antena que ondulaba como una cuerda de arco.
Recuerdo el silencio de su poder perdido,
el bisonte rojo pintado en el pecho.
Oh, no podía verlo pero estaba allí,
y por la noche escuchaba
como un ronquido sus gemidos de bisonte.

(Diane Glancy)


Salvaje

Esto no es el caballo. Es el poema,
aunque vocifere a su hermana,
aunque camine por la tierra
queriendo alfalfa y otras hierbas crecidas
y sea salvaje con su rebaño,
hable de una forma que la mente
no puede oír
para que otra parte del ser humano
traduzca este animal en América,
la deseada pareja de una mujer
o un hombre, que conozca las manadas de bisontes,
la pérdida de la creación, los desaparecidos
que no pueden volver,
y así anhele ser esta
traducción
de la vida a la primera luz de la mañana
en las hierbas crecidas de la pradera,
las cimas desde donde ve
que no hay libertad aquí, ya no
más en la historia del mustang,
en el idioma que inquiere, ¿qué sabes
de este mundo, te acuerdas
de lo salvaje, el idioma olvidado?
¿Puedes invocarlo todavía?

(Linda Hogan)



La falla de ciertos encantos

La oscuridad surge de la memoria
de los cuervos, boquea hacia el oeste,
el violeta otoñal al atardecer.

Piedra ama a Muchacha de las Fresas.
Escucho su voz cuando la
recoge en la moto detrás
de la casa roja, así que conoce mi
sueño de su aroma
en el viento de White Earth.

También sabe que llevo demasiadas
memorias musicales
a las puertas del cementerio
bajo los pinos.

Soy así.
Estoy detrás de Piedra,
una flauta distante entre los gestos
y las sombras.

Muchacha de las Fresas ama a Piedra
y la noche hace girar
una canción, un aroma
tras otro.

(Gordon Henry Jr.)



Las cascadas Whatcom

Hace cuatro años que no veo a mi padre
y aquí estamos, asimilando el caos
como un par de turistas que más adelante
comprarán espléndidas postales con salmones
boca arriba y destripados a lo largo del muelle.
Es todavía bien parecido, mi padre, todavía fuma
cigarros sin filtro, año tras año
el alquitrán florece como malos chistes
en sus pulmones oscuros. Yo rezaba por él
antes de que el rezo se volviera inútil como esos pescados
cuyos cuerpos jugosos son echados en tumbas
imprecisas. Dentro de un año querré
más tiempo. Desearé la redención,
pero, me imagino, sólo los fantasmas se alzarán.

(Tiffany Midge)



En esa roja nación. Poesía indígena estadounidense contemporánea
Selección y traducción: Katherina M. Hedeen y Víctor Rodríguez Núñez
La Cabra, 2011.

viernes, octubre 21, 2011

Dos poemas de Jacques Prévert

.
Paris at night

Tres cerillas de una en una encendidas en la noche
La primera para ver tu rostro entero
La segunda para ver tus ojos
La última para ver tu boca
Y la oscuridad total para recordar todo eso
Al estrecharte entre mis brazos.


Canción del carcelero

Adónde vas buen carcelero
Con esa llave manchada de sangre
Voy a liberar a mi amada
Si todavía hay tiempo
La misma que yo encerré
Tiernamente cruelmente
En lo más recóndito de mi deseo
En lo más profundo de mi tormento
En las mentiras del futuro
En las tonterías de los juramentos
Quiero liberarla
Quiero que sea libre
Aun para olvidarme
Aun para marcharse
Y aun para volver
Y volver a amarme
O para amar a otro
Si otro le gusta
Y si me quedo solo
Y ella se va
Conservaré tan solo
Siempre conservaré
En el hueco de mis manos
Hasta el fin de los días
La dulzura de sus senos por el amor modelados.


Jacques Prévert
Traducción: Federico Gorbea
Love
Varios autores.
Lumen, 2005.

viernes, octubre 14, 2011

Profunda fe religiosa

.
Si no nos lleva
. . . . . . más allá de la muerte,
. . . . . . . . . . . . más allá de los días de lluvia,
de la distracción de las plateadas cardaminas;
. . . . . . más allá de sus propias remotas
. . . . . . . . . . . . fronteras
la poesía
. . . . . . es inútil.
. . . . . . . . . . . . Con todo,
ella fue la que hizo que El Greco
. . . . . . pintara sus verdes y deformes santos
. . . . . . . . . . . . y viviera
pobremente.
. . . . . . Nos hace apreciar
. . . . . . . . . . . . la música
y lo antiguo
. . . . . . o sentarnos al costado
. . . . . . . . . . . . del amigo que agoniza.

Hace madurar las peras,
. . . . . . ¡y hace realidad
. . . . . . . . . . . . los versos!
Su fundamento es la invención:
sin sus meandros
. . . . . . y sus rarezas,
. . . . . . . . . . . . el paralítico estaría
condenado a su parálisis,
. . . . . . en un país boreal
. . . . . . . . . . . . y medio salvaje
donde el odio
. . . . . . es religión.
. . . . . . . . . . . . Donde
los hombres viven presos,
. . . . . . y nadie
. . . . . . . . . . . . rinde culto a la rosa
y los poetas no pueden
. . . . . . usarla en su beneficio.

De noche una
. . . . . . tormenta enorme se ha
. . . . . . desatado
. . . . . . . . . . . . ¡Y no hubo quien imaginara
un prado de margaritas!
. . . . . . Hubo bramidos
. . . . . . . . . . . . y rugidos
dignos de un libro
. . . . . . de cuentos de hadas,
. . . . . . . . . . . . zumbaba
una bomba, lejos
. . . . . . --¡o una abeja!
. . . . . . . . . . . . Nuestros poetas debieran
avergonzarse: han contraído la fiebre de moda;
. . . . . . impresionados
. . . . . . . . . . . . por el "laboratorio",
han olvidado
. . . . . . las flores,
. . . . . . . . . . . . ¡y estas superan cualquier
laboratorio!
. . . . . . Han renunciado al oficio
. . . . . . . . . . . . de la invención, y
su imaginación dormita
. . . . . . en un jarrón de amapolas.


William Carlos Williams
La música del desierto
Traducción y prólogo: Juan Antonio Montiel
Lumen, 2010.

viernes, octubre 07, 2011

Tres poemas de Leandro Llull

.
EN EL CONFÍN un azul sin nubes
y tu pecho estremece
en pozo tan hondo.

Hay la espesura que le habla al alma
y el sol más lejos del día.

A las cosas,
. . . . . . . . . . ¿para qué mirar?

¿A qué abrir
abismos?

¿Por qué no
. . . . . . . . . . los ojos del cuis
cuando en dos patas se para
y hacia el cielo mira?


***


¿PUEDE EL GRITO DE LA TIJERETA
solitario cruzar el cielo
y tejer esta camisa en llamas
que arde en el pecho sin motivo?

Es tu corazón al acecho, los oídos de la liebre
que el paisaje te ha prestado,
la cacería del alma que lee
donde nunca nadie ha podido.


***


PENSAR QUE UN DÍA TODO ESTO ESTUVO EN OTRO LADO.
Entre dos manos
una alianza tramó el exterminio.

"Gran-Macá" le decían al hombre que defendió la tierra.
Murió enrollado como un tatú
por aguantar el palo.

Hubo un tiempo en que se acariciaban los pastos
como el primer pelo en la cabeza de un niño.

Pensarlo ahora.

Hacerse la imagen.




Leandro Llull

La lengua en soledad
Incluido en el libro colectivo Prueba de soledad en el paisaje.
Mansalva, 2011. 
http://www.estacionpringles.org.ar/novedades.html

miércoles, septiembre 28, 2011

La reacción estilística


Todos juran que son puros:
puros en la lengua... naturalmente:
señal de que el alma está sucia.
Ha sido siempre
así. Para mentir no hace falta ser oscuros.
Se creen, monstruos, que la muerte
iguala. No saben que es justo la muerte
(su coartada de católicos siervos)
la que disgrega, corroe, desvía, distingue:
también la lengua.
La muerte no es orden, soberbios
monopolizadores de la muerte,
su silencio es una lengua demasiado distinta
para que vosotros podáis haceros fuertes en ella:
precisamente a su alrededor gira el torbellino.

de la vida. Y vosotros tenéis miedo
de vuestra santa muerte, del caos que supone:
vuestro unilingüismo es una defensa.
La Lengua es oscura,
no límpida –y la Razón es límpida,
no oscura. Vuestro Estado, vuestra Iglesia,
lo quieren al revés, con vuestro asentimiento.

Son infinitos los dialectos, las jergas,
los acentos, porque es infinita
la forma de la vida:
no hay que acallarlos, hay que poseerlos:
pero vosotros no los queréis
porque no queréis la historia, soberbios
monopolizadores de la muerte: los poetas
hablan como curas, y, proféticas,

gritan victoria, en torno,
las Casandras. El tiempo de las esperanzas ya pasó.
Tenían razón ellas, escondidas
en las parroquias.
Ahora resurgen a la luz del día,
cornejas de las angustias privilegiadas,
de las libres esperanzas impuestas
por la fuerza del capital que no se extingue.
¡Gadda! Tú que eres lengua oscura,
y razón oscura,
refuta sus interesadas lisonjas
con tu límpido razonar.
Moravia, tú que eres límpida lengua
y límpida razón, rechaza su perverso
utilizarte, con la oscura obstinación

de tu energía... Estoy solo,
estáis solos. En esta lucha que es la lucha
suprema, porque resume cualquier otra,
nadie nos oye.
Querrían reducir el hombre a la pureza, ellos
que son el caos. Ojalá se abra
bajo sus pies la tierra y hablen
su esperanto en el infierno.
Y, sin embargo, también quien valoro y amo,
con quien tengo en común gran parte
del alma, sólo conoce de la lengua su externo
valor de historia, como si la historia
llevase a la unidad, a un punto
supremo que nivela
toda pasión, como si su fin fuese

la homologación de las almas. No, la historia
que será no es como la que ha sido.
No tolera juicios, no admite órdenes,
es realidad irrealizada.
Y la lengua, por ser fruto de siglos contradictorios,
contradictoria –por ser fruto de orígenes
tenebrosos, se integra, nadie lo olvide
con lo que será y todavía no es.
Y este ser suyo –libre misterio, riqueza
infinita– quiebra ahora
cada límite logrado, cada forma permitida.
Quemar las instituciones,
magnífica esperanza de quien ahora gime,
es una esperanza que no puede prever las reales
pasiones que nacerán, ni los sonidos

nuevos de sus palabras.
Que no pregonen los católicos la grandeza
del pasado, chantajistas: la Desesperación.
Pero que los comunistas no habitúen
los corazones al esquema y a la renuncia
con la esperanza: con la grandeza de la Revolución.
La reacción se refleja en la lengua.

Y la lengua de sus palabras es la lengua
de los señores y sus masas de siervos.
Incluso aunque sea vívida y ferviente
cuando juzga o acusa –ensayo,
arenga–, si es fruto
del hombre burgués –que se arroja
a las nuevas conquistas, viejo e indigno
de corazón– no puede expresar más que al hombre

entero, en su histórica miseria.
No hay salida, incluso quien disiente
es también ese hombre miserable, desalmado,
estúpido, frío, irónico,
que vuelve sectaria su más seria
pasión, y no cree en las pasiones de los otros...
Y en esto comparten los días de la distensión
enemigos y amigos: vuelve a empezar la guerra ruin
del descrédito, de la malicia,
de la ofuscación de célula
o sacristía: y vuelve el estilo
de otro tiempo, en los corazones
como en los versos: y es mejor morir:
...........................................................



Pier Paolo Pasolini
La religión de mi tiempo
Traducción: Olvido García Valdés
Icaria, 1997.

miércoles, septiembre 21, 2011

Juego de fotos

.
Con el mazo de fotografías
que guardo amorosamente
voy a jugar un solitario. Empiezo,
pongo sobre la mesa a mi hermana Margarita
y al lado a dos amigos muertos,
debajo al Loco Desiderio (el que creía ser caballo
y trotaba azotándose a dos verijas). Pongo
a mi tío Teodoro junto a su automóvil 1920
y enseguida yo, montado en un burro,
cuando de niño salí a conquistar el mundo.

Toa la mesa ocupo y descarto, saco y pongo
hasta que de pronto me detengo.
Respaldado en la silla cierro los ojos
y pienso en lo que ha barrido el tiempo:
tanto pariente al hoyo, tanto sobreviviente
gastado como por erosión eólica.

Barajo nuevamente y corto,
destapo la foto de mi madre
y entonces ella dice hijo mío
recuerdo las primaveras, dame un beso. Se lo doy
y ahí se me nublan los ojos y abandono el juego.


Jorge Leónidas Escudero
Caballazo a la sombra
Libros de Tierra Firme, 1998.

miércoles, septiembre 14, 2011

Habla el escultor (fragmento)

.
El violento enfrentamiento entre abstraccionistas y surrealistas me parece absolutamente innecesario. Todo arte de calidad ha incluido siempre elementos surrealistas y abstractos, como ha incluido también elementos clásicos y románticos, de orden y sorpresa, de intelecto e imaginación, de consciencia y de inconsciencia. Ambos aspectos de la personalidad del artista deben participar. Y pienso que el inicio de una pintura o de una escultura puede producirse por cualquiera de estos puntos. Por mi parte, a veces empiezo un dibujo sin haberme planteado ningún problema particular, con el solo deseo de emplear el lápiz sobre el papel, y hacer líneas, tonos y formas sin ningún propósito deliberado; pero a medida que mi mente aprehende lo que va apareciendo, llega un momento en que una idea se hace consciente, cristaliza, y entonces comienza un control y un ordenamiento.
. . . .O a veces empiezo a dibujar con un tema definido, o con el ánimo de resolver un problema escultórico en un bloque de piedra de dimensiones dadas, y entonces busco construir y ordenar conscientemente la relación de formas que deberá expresar esa idea. Pero si el resultado ha de ser algo más que un ejercicio escultórico, inexplicablemente se producen saltos en el proceso del pensamiento, y la imaginación hace su parte.


Henry Moore
Traducción: Martha Block
Poesía y poética, no. 10, verano 1992.

miércoles, septiembre 07, 2011

14 DE SEPTIEMBRE 19:00 / CCE

Cuatro poemas de Edgardo Dobry

.
Mandado

Tendría unos nueve años
la tarde en que mi madre
me dijo andá a la frutería
y traeme medio quilo
de esas peras que Agustín
robó en Tagaste en el año 370.
Fue mamá ella misma esa vez
la que dijo quedate con el vuelto.


La cuestión del chocolate

En la pastelería de la vuelta de mi casa
venden baldosas de Gaudí de chocolate blanco
y bolitas de chocolate veteado y caganers
del más negro chocolate y un Pikachu con ojos de confite
y el Rarchur, que es su evolución,
con espiras como pelo de caramelo esmaltado.
De tallas bestiales pintan huevos
de cacao en las pascuales fechas
y en acercándose la Navidad turrones en forma de molino
con aspas de mazapán en merengue ribeteadas.
Ahora bien: este delicuescente escaparate
estase precisamente en la parada de autobús de calle Balmes
donde mi Luca y yo asomamos glaucos labios
por entre unas graciosas espirales de bufanda
que sin pretensiones se parecen, bien miradas,
a las chimeneas de mosaico de esos edificios
que dan su gracia al epónimo Paseo.
A Luca se le quedan los ojos estofados
al tiempo que yo me contracago en el 17 que no llega
y me digo para mi coturno que si le compro chocolate
qué desastre de padre fuera y si no le compro
qué padre severo
encima de desastre y sin remedio.
Luca se enjuga con una manopla al 50% de acrílico
la humedad que devenida no se sabe
si de fosa o lagrimal, mientras pasa el 16
que no nos sirve pero siempre
pasa antes pues el 17, al ser el nuestro,
viene en mucho retrasado.
Después, haciendo humito del aliento,
Luca emite un murmullo acerca
de la evolución de los Pokemons
que repta bajo las orejeras de mi gorro de aviador.
Pokemons de fuego y de agua, de piedra y de planta,
y ataques de energía insoportable
e involuciones defensivas.
La mitad del Rarchur, que es un Pokemon de rayo,
me la como de un mordisco para buscar consuelo
amargo en el concepto
de que Luca no hayase ingerido chocolate tanto.
Amarronados están los bordes de mi tarjeta de autobús
y pasa otra vez el 16...


Preguntas a Rilke en moto

para Nora y Jorge

Qué sabe usted de lo que no me pasa,
del "estoy cansado" a la mañana,
del "ahí va el chinchudo" que mascullan
mis desahogados vecinos del sobreático: ahí va
el del ceño fruncido como el último
durazno en el fuentón. Quise llorar
pero no encontré motivo, victimizarme
pero no había
pastel de culpa a repartir.
Y llegó el ocaso,
vino el Rilke y le dijo
al simplón ése del poeta joven:
"¡no escriba usted poemas de amor!"
Entonces agarro mis romas líneas venéreas
y las hiervo, las redoro, las devengo
una factura triangular como una aljaba,
una golosina para la autoridad del Rilke.
Son una mentira sin malicia, señor,
una pura compulsión mitómana.
Todo en pensando cuánta lástima me da
que el joven poeta apostrofado
no hubiere sido el transandino de los cien falsos
sonetos. Yo por mi parte soy el viudo
de una moto recién sacrificada:
el escape desprendiósele en un pozo
y una multa me pusieron por el ruido.
Y es que la pobre estaba ya tan vieja
y tanto merecía, por lo mucho que felices
fuimos juntos, una digna defunción,
un vender sus órganos aún sanos
bajo el acrílico sol de los desguaces.
Señor Rainer María que estás
en las Librerías del Centro:
¿puedo escribir los versos tristes
para mi pobre moto blanca, para mi moto
blanca? ¿Por esta única
vez licencia tú me dieras?
Muchos barrios visitamos juntos,
era mi María Kodama. Era mi Dama
de las Kamelias: tosía si la pateaba,
sabía
bizquear en las esquinas como la Dulce Irma,
hollar senderos como agraria Proserpina.
Señor Rainer María
usted qué sabe
de lo que no me pasa, del estar cansado,
del conversar con los taxistas en la amarga
noche catalana. Dispense por esta vez
mi declamar el poema del amor y muerte
y écheme un consejo, en todo caso:
¿debería pensarlo más bien como elegía?


Retentiva

Con lo bien que la habíamos pasado:
las cenizas en el vaso,
el porrón de cerveza que estaba
en la heladera desde abril,
sobre el mármol cinco cajas
de pizza en escalera, el verso
azul y la canción profana.
Ayer nomás y ahora una resaca
como otra especie de poesía:
esta jaqueca dulce, sin persona,
que podrá sobrevivirnos.


Edgardo Dobry
Pizza Margarita
Mangos de Hacha, 2011.

domingo, agosto 28, 2011

Poesía nueva

.
Poesía nueva ha dado en llamarse a los versos cuyo léxico está formado de las palabras "cinema, motor, caballos de fuerza, avión, jazz-band, telegrafía sin hilos", y en general, de todas las voces de las ciencias e industrias contemporáneas, no importa que el léxico corresponda o no a una sensibilidad auténticamente nueva. Lo importante son las palabras.
. . . Pero no hay que olvidar que esto no es poesía nueva ni antigua, ni nada. Los materiales artísticos que ofrece la vida moderna han de ser asimilados por el espíritu y convertidos en sensibilidad. El telégrafo sin hilos, por ejemplo, está destinado, más que a hacernos decir "telégrafo sin hilos", a despertar nuevos temples nerviosos, profundas perspicacias sentimentales, amplificando videncias y comprensiones y densificando el amor; la inquietud entonces crece y se exaspera, y el soplo de la vida se aviva. Ésta es la cultura verdadera que da el progreso; éste es su único sentido estético, y no el de llenarnos la boca con palabras flamantes. Muchas veces las voces nuevas pueden faltar. Muchas veces un poema no dice "cinema", poseyendo, no obstante, la emoción cinemática, de manera oscura y tácita, pero efectiva y humana. Tal es la verdadera poesía nueva.
. . . En otras ocasiones el poeta apenas alcanza a cambiar hábilmente los nuevos materiales artísticos y logra así una imagen o un rapport más o menos hermoso y perfecto. En este caso, ya no se trata de una poesía nueva a base de palabras nuevas como en el caso anterior, sino de una poesía nueva a base de metáforas nuevas. Mas también en este caso hay error. En la poesía verdaderamente nueva pueden faltar imágenes o rapports –función ésta de ingenio y no de genio–, pero el creador goza o padece allí una vida en que las nuevas relaciones y ritmos de las cosas se han hecho sangre, célula, algo, en fin, que ha sido incorporado vitalmente en la sensibilidad.
. . . La poesía nueva a base de palabras o de metáforas nuevas se distingue por su pedantería de novedad y, en consecuencia, por su complicación y barroquismo. La poesía nueva a base de sensibilidad nueva es, al contrario, simple y humana y a primera vista se la tomaría por antigua o no atrae la atención sobre si es o no moderna.
. . . Es muy importante tomar nota de estas diferencias.


César Vallejo
Amauta, no. 3, 1926.
Tomado de Las vanguardias latinoamericanas. Textos programáticos y críticos, de Jorge Schwartz, Fondo de Cultura Económica, 2002.

domingo, agosto 21, 2011

Un hijo con síndrome de Down

.
Si tuviéramos un hijo con síndrome de Down sé que pondríamos una silla sobre el techo para que subiera a ser la bandera de nuestra patria.

Nada era borracho en ti / hasta que llegué yo rompiéndome. Ahora no parece importante la alfombra que tuve que botar por las manchas de vino / ahora brillo en tu rubor, así como slogan de maquillaje para señoritas adineradas, así como queriéndote en una desgracia tan linda.

En este cielo todo es diminuto como una estrella / te quería invitar a mi rabia para que la convirtiéramos en ropa / pero ni te imaginas MI amor. Es cierto, me viste llorar sin sentir asco de un fluido que no va a ninguna parte / anoche chocamos contra el vidrio como polillas creyéndose piedras / guardo todos tus movimientos como postales rotas / ni te imaginas MI amor.

Si tuviéramos un hijo con síndrome de Down yo le enseñaría a suicidarse sin morirse.

Anoche gastaste todo tu dinero en alcohol y todo eso fue para que yo durmiera a tu lado y soñara con arañas blancas que va pariendo el viento. Si tuviéramos un hijo con síndrome de Down me gustaría que soñara ese sueño.

Si tuviéramos un hijo con síndrome de Down le enseñaría a bailar mal y tú le peinarías los cabellos dorados con sus autos de juguete / Tenemos tanta tierra en los ojos / Tenemos tanta sed ahora que todo se nos quema y nos invertimos en lo que nos deja la noche. Sin embargo, mira cómo brillan las lágrimas de alcohol evaporándose rápido como angelitos transparentes.

Si tuviéramos un hijo con síndrome de Down no podríamos dejar de amarnos ni aunque muriésemos masacrados por la pobreza.

Si tuviéramos un hijo con síndrome de Down tú le comprarías una ropa tan linda que yo no podría dejar de llorar y besarte / pero ni te imaginas MI amor / ahora piensas en que el sexo de toda cosa es un infierno sin darte cuenta de que saltan diablitos bolivianos de tu pecho al mío y el resto me importa un carajo / ahora piensas en nuestro hijo Down / piensas en su nombre de hombre y en el agüita bautismal que regurgitarás sobre su pecho.

Tenemos que dejar de dolernos así como si nos gustara mucho esa sospechosa categorización del amor. Si tuviéramos un hijo con síndrome de Down no podríamos dejar de amarnos ni aunque muriésemos masacrados por el aburguesamiento.

Mírale la carita a nuestro hijo / se parece tanto a nosotros que nos hemos convertido en Down y somos felices para siempre.


Pablo Paredes
Mi hijo Down
Black & Vermelho, 2008.

domingo, agosto 14, 2011

La fe son los objetos

.
Una muñeca de amarillo y unas flores
poco trabajo te dará conseguirlas.
Y no hay que desvelarse
(cuando tratas con dioses tan antiguos)
por la fe que le pongas.
Más viejos que Jehová,
ellos no exigen fe, sino unas contundencias:
las flores en el vaso,
la muñeca en la sala.
Ofrendas,
y recibes a cambio.
Al modo de las tribus,
anterior al dinero.
La fe son los objetos.

Yo colgué en la ventana
un mono de peluche
(para que dejen de monearme,
me advirtieron)
y ahí lo zarandea el viento.


Antonio José Ponte
Diario de Cuba
2 de febrero de 2011
www.ddcuba.com/de-leer/la-fe-son-los-objetos

domingo, agosto 07, 2011

Petróleo

.
Antes pensaba que ahora los poemas
simplemente brotarían.
Como un proceso natural, dormir e invernar en invierno,
sin expectativas, y luego la lengua, que estuvo cargando
sol & aire y que ahora está toda caliente y rebosante, minaría la tristeza.
Somos melancólicos, es un hecho. Somos melancólicos
porque nos queda bien y porque luce mucho
y porque pensamos que así es como más les gustamos a las mujeres.
Que es lo único que cuenta.
El asentimiento, las sonrisas y el calor de estos seres;
de todos modos, cuando entran en un lugar,
todas las creaciones inmortales del espíritu palidecen de inmediato.
Además de ellas, que siempre están de moda, hoy día está de moda Toscana.
Sobre todo queda bien ser un poeta yanqui en Toscana.
Primero llegó Goethe, después los Lake Poets e
Izidor Cankar y tras él todos los demás para
cobijarse bajo el ala de Dante.
De paso, uno hace una breve visita a Venecia
y toca las tumbas de Pound y Brodsky.
Y una visita a Rapallo donde, en nombre de la pureza
de la raza, levanta el brazo al aire y firma
algún tratado. Y después, al regresar a casa,
los poemas están llenos de palabras italianas
que son tan suaves y refinadas, llenas de cultura y ruinas.
Y los editores las aceptan asintiendo con aprobación.
Y los críticos escriben: Qué belleza, qué erudición.
Ha regresado a la cuna, a la tradición. Qué recursos
estilísticos. Qué superación del propio talento.
Ha trasplantado a San Gimigniano y al Duomo de Florencia
al Valle de la Muerte.
Pero yo sigo aquí. Clavado en un lugar.
Consagrando este pedazo de tierra que ocupo.
Mido 188 cm, peso 78 kg y tengo 37 años.
No tengo ningún maravilloso De Kooning que pudiese
anhelar. No tengo ni siquiera un maravilloso Jakse.
Pero tengo el maravilloso equipo de fútbol
Girondins Bordeaux. Cristophe Dugary, nº
26. En cuanto se me cure la pierna, mi regreso
a la cancha está garantizado. Los pibes
del barrio estarán encantados.
Se acerca el primero de mayo. La fogata será alta, seguro.
Y el habla de la gente alrededor de ella
desesperará incluso al lingüista menos serio.
Hay algo cosmopolita en el provincialismo,
en el aislamiento, la posibilidad de un nuevo descubrimiento del fuego
que arde de arriba hacia abajo, de un nuevo descubrimiento
de la rueda que gira en los dos sentidos al mismo tiempo.
Al día siguiente, la marcha tradicional al monte de Mrzlica.
Volveremos a llevar las remeras con la inscripción:
"Proletarios del mundo, únanse."
Desde distintos puntos acudiremos otra vez
a los refugios de montaña, tiritando de frío, con una mirada sombría,
pero con fanatismo y fe por dentro. Como durante todo el siglo veinte,
volveremos a leer El Capital durante el día
y la Biblia durante la noche. En lugar de drogas,
alcohol y mujeres livianas buscaremos detonadores para
colocarles una bomba a los capitalistas
o al menos minar una letrina abandonada
en el campo. Volveremos a juntar las cabezas
para organizar una huelga,
tramar un complot, escribir alguna tesis
porque la revolución es algo permanente y los poetas
serios tienen que estar en las primeras líneas de combate.


Uros Zupan
Poesía eslovena contemporánea
Selección y traducción: Marco Jensterle
Gog y Magog, 2006.

jueves, julio 28, 2011

Virgilio Piñera: Entre él y yo (fragmentos)

.
Virgilio Piñera poseía las virtudes inherentes al conversador, una de las cuales es la humildad. Se hacía escuchar, se oía a sí mismo en lo que hablaba, pero sabía escuchar al otro. No sólo lo escuchaba, lo inducía a hablar. Si con el tiempo me di cuenta de la agudeza de su mente, de la amplitud de sus lecturas y preocupaciones intelectuales, desde el principio percibí que no le interesaban las poses, modelos literarios ni autoridades académicas. Sentía la necesidad de ser natural, que para él significaba el difícil método de expresarse a sí mismo y de vivir como él era. En esto me recordaba la actitud de Montaigne, autor que no sé si llegó a interesarle. Nunca lo citó en mi presencia y no lo he encontrado tampoco en sus textos. Lo que más preocupaba a Virgilio Piñera en este aspecto, era la personalidad ficticia, laboriosamente obtenida por negaciones de la propia naturaleza. Estos seres le parecían deformes. Cultos y mesurados, pero deformes. Cuanto podía desvirtuar su naturaleza, a la que cada día trataba de seguir, lo enojaba. Se diría que ser verídico tenía para él, en ese sentido, como para Montaigne, una especie de valor sagrado.

[]

Las flores del mal, Hojas de hierba y Residencia en la Tierra constituyen los grandes ejemplos de poesía concentrada que cita Piñera. Sin duda, un libro es algo más que la suma de sus partes. La lectura de un verdadero libro, y no de una colección o recopilación de poemas de un mismo autor, deja en el lector al menos dos impresiones. Una fácil de expresar: la emoción aislada de cada poema. Y otra un tanto más difícil: la sospecha de que detrás de ese conjunto orgánico de poesía, hay algo más. Algo que parece permanecer sobre los poemas leídos aisladamente, leídos y disfrutados. Ese algo podría definirse, tal vez torpemente, como unidad de visión. Y a medida que conocemos mejor los poemas, descubrimos más su presencia. Lo que al principio parecía un grupo de poemas hermosos, revela luego su trabazón espiritual: el libro como totalidad progresiva. La concentración es, simplemente, el modo de obtener esa unidad. O el medio de manifestarla. La unidad de visión conduce a la concentración, porque es previa a ella. Sin duda Piñera, al hablar de la poesía cubana del XIX, tenía que ver en ese siglo, al igual que existe en el nuestro, el libro convertido en preocupación y meta. En objeto físico tanto como en objeto espiritual.

Antón Arrufat
Virgilio Piñera: entre él y yo
Ediciones Unión, 1994.

jueves, julio 21, 2011

Reconciliación

.
Poema mío, quiero que la busques
y te plantés delante de sus ojos
con tu papel efímero, tus blancos
más vacuos que la luz delimitando
el espacio entre estrellas. Y que defiendas
mi insuficiente disculpa por haber dicho
más de lo que hace falta y mucho menos
de lo que ella provoca. Poemita,
serás tan cuidadoso que aun solo
deberías poder ser recibido
y por las dudas llevá una palabra
que no significa poco, aunque parezca
ridícula y gastada, abrigate
con las dos breves sílabas de "amor".
Si no fueras así vestido acaso ella
fácilmente te crea mentiroso.
No importa cómo suenes pero decí
esto que escribo: "El que me mandó
quiere que lo perdones. Sus preguntas
no dejan de encontrar buenas respuestas
en vos. Ahora está tan seguro
como se puede en la época, en los años
de seguir siendo tuyo y no evocar siquiera
la pesadilla de perderte." Si no te cree,
decile que sí escuche la palabra
de eros que tanto nos ha dado
y que ya dice: "Que al menos gracias
a este tono suave te quedés con el poema
para hablar de quien te envía, y si entonces
por tu ruego lo perdonás, que una sonrisa
anuncie la paz y renueve la promesa
del cuerpo que nunca se gasta." Ahora,
poema mío, andá cuando quieras
y llegá hasta el lugar donde tendrás sentido.


Silvio Mattoni
La chica del volcán
Alción, 2010.

jueves, julio 14, 2011

Recordando a William Carlos Williams (fragmentos)

.
¿Cómo era Bill en realidad? ¿Habré
conseguido acercarme aunque sea
un poco a capturarlo tal como
era? Probablemente no. Tenía un
temperamento complicado, aunque
en un primer encuentro no lo
pareciera. Entonces era un encanto.
Un encanto espontáneo de modo que
uno no tenía la sensación de
estar siendo cautivado de manera
intencional. En un principio los
conflictos internos se mantenían
bajo la superficie, actitudes que iban
de lo puritano a lo bohemio. El suyo
no era un carácter más disciplinado
que el de sus poemas. Su personalidad
flotaba libremente, gobernada por
estados de ánimo cambiantes.
Herbert Leibowitz ha escrito del
carácter de Bill que estaba lleno de
"volátiles propósitos opuestos".
Bill era generoso, lo daba todo de sí
mismo, pero había ocasiones en las
que súbitamente podía volverse hosco
e indiferente. En una ocasión me tocó
ver que esto pasara, cuando la idea
para un poema llegó a su cabeza y el
descifrarla se volvió más importante
que continuar con la charla. Bill
podía disiparse por un rato y después
regresar como si hubiera terminado
el poema, que entonces anotaba en
una de esas recetas médicas (cientos de
éstas se conservan en el archivo de la
biblioteca de Yale). La mente de Bill
tenía muchas capas. Parecía querer
ocultar algunas de éstas. Podía pasar
rápidamente de un humor cómico
casi maniaco a una mirada y un tono
que insinuaban la amargura de la
depresión. Pero tales episodios eran
breves, aunque en una ocasión en
1952, luego de uno de los derrames
que asolarían sus años finales,
consideró necesario internarse
para recibir tratamiento en una
clínica.

[...]

¿Por qué no encontró Bill el "pie
variable" cuando lo ansiaba tanto?
¿Fue sólo un espejismo? ¿O se debió
a que otros poetas y críticos nunca
tomaron en serio su búsqueda ni
respaldaron su esfuerzo? ¿Hubo algún
incidente que lo desalentara? En su
biografía, Paul Mariani cuenta de una
noche que pudo haber servido para
levantarle el ánimo pero acabó siendo
un desastre. Uno de los más fieles
simpatizantes de Bill en el mundo
académico era la profesora Mary Ellen
Solt de la Universidad de Indiana.
Con frecuencia había escrito acerca
del uso del "Idioma norteamericano"
en su obra, así como de su trabajo con
su "pie variable", organizó una velada
para Bill y Floss en Bloomington a la
que invitó a los miembros destacados
del Departamento de Inglés. No
llegó un solo profesor, sólo algunos
estudiantes. El desaire de sus colegas
hirió a Bill profundamente. Y aun
en las pláticas que sostuvo con los
estudiantes no fue capaz de explicar
a lo que se refería con "pie variable".
Regresó a Rutherford en un estado de
total abatimiento.

[...]

En el entierro, que se llevó a cabo
en una cuesta en el viejo Cementerio
de Rutherford, ocurrió un hecho
que para la mayoría de los presentes
resultó cómico, como los payasos
amontonados al salir de un auto en
el circo, pero para mí, que sabía
interpretarlo, fue algo verdaderamente
profético. Después de la misa, un
enorme, inidentificable, y muy
antiguo sedán negro se detuvo en la
calle adyacente, y de él emergieron no
uno, no cinco, sino diez personajes
vestidos de negro, ataviados con lo
que ellos consideraban apropiado
para un funeral, ya fuera rentado o
prestado, para unirse al resto de los
dolientes. Eran los más destacados
jóvenes poetas de Nueva York que
habían venido a rendir homenaje
al gran poeta viejo que tanto
habían admirado. Fue un momento
portentoso. Y era, lo sabía,
un símbolo de los cientos y miles
de jóvenes poetas que honrarían
a Williams en el futuro y que
reconocerían su influencia en su
propio trabajo, y yo me contaba
entre ellos.


James Laughlin
Recordando a William Carlos Williams
Traducción: Ricardo Cázares
Mangos de Hacha, 2010.

jueves, julio 07, 2011

Presencia de la poesía (fragmento)

.
Y hay algo más aún: tal como ocurre siempre (o cada vez) que se alcanza la poesía, que alguien la logra y nos la ofrece, nos damos cuenta de que ni una sola de esas palabras podría ser cambiada por otra, que la forma verbal obtenida es intransferible, tan intransferible como la misma experiencia poética que testimonia. Y aquí se da ese sutil balanceo, en el que me gusta insistir, entre palabra y experiencia poéticas. En principio, pienso que ninguna de las dos –palabra y experiencia– podría existir sin la otra; que, una vez alcanzado el poema, concretado, no es posible otorgar preeminencia a uno u otro factor, pero me animaría a afirmar que un poeta lo empieza a ser de verdad, empieza a vivir la poesía y a conquistar la posibilidad de escribirla, cuando siente que ha accedido a cierta clase de experiencia interior, que es por sí misma tan gratificante y constituye una merced de tan crecida nobleza, que se da, paradójicamente, por bien servido con haber podido vivir un momento tan rico, una visión tan nutrida y enaltecedora, y no pretende más: ni escribir siquiera. A lo sumo, alaba a todo aquello o a quien pudo otorgarle esa merced.
. . . . Me atrevería a decir más, aun a riesgo de parecer concluyente en exceso: si a quien pretenda escribir poesía o concretar una obra de arte, en cualquier disciplina que fuese, no le ocurre esto de vivir, antes que nada, intensamente un momento, deseando que se quede allí, como si fuese una iluminación o un estado de gracia, me parece difícil que el poema o la obra de arte, resultantes de esa pretensión, nos convenzan como tales. Por otra parte, ha de quedar en claro que esa especie de iluminación autogratificante no empiece en modo alguno que, cuando de escribir se trate o de componer colores o sonidos, el poeta o el artista se vuelvan cuidadosos organizadores del material con que han de trabajar.

Édgar Bayley
Estado de alerta y estado de inoccencia
Col. Poesía y poética, Universidad Iberoamericana/Artes de México, 1996


martes, junio 28, 2011

Cuatro poemas de la Rusia del siglo XX

.
Confucio aseveraba que la música se debe
Oír en las ceremonias, y con cierta frecuencia.
Es dichoso quien a tiempo duerme y come,
Honra a sus padres y venera a los antepasados.

Lao Tsé en sus revelaciones
Aconsejaba vivir solo y austero,
Porque cinco colores fatigan la vista,
Cinco sonidos musicales perjudican al oído.

¡Oh! ¡Qué bello es el dibujo de la caja laqueada!
¡Qué bueno es competir en el tiro con arco!
Sin estar de acuerdo, los dos Maestros de la misma manera
Amaban el otoño en la montaña y las flores de bambú.

Tocan los timbales de la gloria militar. Cien
Mil hombres del Estado por el camino vecinal marchan.
Nadie se demora, nadie cura
Al simio herido por esquirlas de granada...

(Bakhyt Kenjeev)



En la mañana, en lugar de una plegaria:
. . . . . . . . . . . . . Señor, si Tú existes,
Si Tú me escuchas
. . . . . . . . . . . . . y sabes que la alabanza del esclavo,
Hincarse
. . . . . . . . . . . . . con la frente –en el piso de la iglesia,
La humillación– no es para mí...
. . . . . . . . . . . . . ¿Te hace falta todo esto?
Somos Tus hijos, Tus hijas,
. . . . . . . . . . . . . dentro de nosotros cuántos de Tu
Luz se están gestando...
. . . . . . . . . . . . . Entonces, ayuda y sálvanos...

(Serguéi Stratanovski)



No

¿Es usted ruso? No, soy el virus del VIH,
como una taza, mi vida está quebrada,
soy un borrachín de comparsa,
yo simplemente crecí en aquellos parajes.

¿Es usted Losev? No, más bien Lifshits,
un huevón que se enamora de alumnas sobresalientes,
de encantadoras fastidiosas
con una manchita justo aquí.

¿Es usted un hombre? No, soy un fragmento,
de la estufa holandesa el casco,
estanque, molino, sendero vecinal...
y qué será después, sólo Dios sabe.

(Lev Lósev)



Si empieza la lluvia,
. . . . . . . . de todos modos estaré en la librería de viejo.
Si empieza la guerra,
. . . . . . . . de todos modos estaré en la librería de viejo.
Y si ya no existiera,
. . . . . . . . de todos modos estaré en la librería de viejo.
. . . . . . . . –invisible, como el viento–
. . . . . . . . removiendo las hojas de los libros amarillentos.

(Alexander Mórev)



Otoño desnudo. Poesía rusa no oficial de la segunda mitad del siglo XX
Introducción, selección y traducción: Ludmila Biriukova
La Cabra, 2011.

martes, junio 21, 2011

Dos poemas de Enrique Verástegui

.
Diario Z + 1:2/1/2004
2 a.m.


Paso mis tardes de domingo
Leyendo a Sologuren.
Él está viejo y yo soy joven aún.
Él está viejo, achacoso, a punto de ser enviado a un asilo.
Su poesía fue llamada pura.
Me interesa el hombre, sus poemas.
Pudo dedicarse a otra cosa, no editar La Rama Florida,
Para terminar así, escarnecido.


Teoría de los cambios

Para no repetirme,
y sentado como yoga,
aparto el macetero de helechos a un costado.
Platón, Aristóteles se equivocaron.
Mitos bíblicos, Babel, Babilonia,
se opusieron al universo.
Primavera austral me envuelve.
Sobre mi cabeza flota la luna.
Abajo el reflejo de la luna
permanece inalterable sobre el fluir del río.
El mundo que cambia es pasado:
teoría de los cambios florece cuando sueñas.


Enrique Verástegui
Teoría de los cambios
Sol negro/Cascahuesos, 2009.

martes, junio 14, 2011

Cinco poemas de la China antigua

.
Pájaros llegados de la montaña

Sus plumas eran como seda blanca.
Descansaban todas las noches
En el árbol cercano a nuestra casa.
Esta noche un mono ha venido
A coger castañas y han alzado de dos
En dos el vuelo hacia la luna.

(Chang Chi)


En el campo

Mi vecino viene corriendo a darme la
Noticia: "¡Asómate a la ventana!".
La montaña, que llevaba muchos días
Invisible, brilla en esta mañana
Radiante y nueva como si la hubiesen lavado.

(Lu Yu)


¿Cuándo llegaré a casa?

¿Cuándo llegaré a casa? No lo sé,
Noche lluviosa en las montañas; el lago
Otoñal se ha desbordado. Algún
Día estaremos juntos otra vez. Sentados a la
Luz de las velas junto a la ventana
De poniente, te contaré cómo te recordé esta
Noche en la montaña borrascosa.

(Li Shang Yin)


Desaparecido

El año pasado, en la Fiesta de los
Faroles, los puestos de flores
Estaban brillantes como el día. Cuando
Se alzó la luna por sobre los
Sauces, me paseé a la luz de la luna
Con mi amado. Otro año,
En la misma fiesta, la luna y los faroles
No han cambiado. Mi amante ha
Desaparecido y no puedo encontrarlo y me
Enjugo las lágrimas con la manga.

(Chu Shu Chen)


Cae la tarde

Cae la tarde sobre el jardín del monasterio.
Por la ventana se ven árboles
Difuminados con el crepúsculo. Los leñadores
Vuelven a casa cantando por los
Campos. El cántico de los monjes les responde
Desde el bosque. Los pájaros
Acuden en busca de los charcos de rocío
Ocultos entre las flores. Más
Allá de los bambúes alguien está tocando
La flauta. Aún no soy viejo, pero
La vida de ermitaño ha cautivado mi corazón.

(Wang Wei)


Kenneth Rexroth
El amor y el tiempo y su mudanza
Traducción: Carlos Manzano
Gadir, 2006.

sábado, mayo 28, 2011

El poeta es un jugador (fragmento)

.
Desde el momento en que la sensibilidad del hombre de nuestros días, excitada por un nuevo condicionamiento tecnológico y consecuentemente cultural, pasó a romper con los patrones neoclásicos del gusto y comportamiento, asimilando e incorporando a la praxis y también a las actividades del espíritu los materiales, elementos y conceptos de adquisición proporcionados por una realidad en permanente mutación, la noción de arte experimentó una reformulación que no cabría más dentro de los viejos esquemas académicos. Con la liberación siempre renovadora de los prospectos formales, a través de una postura artística que presenta como regla única de la creación su autonomía absoluta, se modifica fatalmente no sólo el lenguaje propio del arte, sino igualmente nuestra actitud ante su historia. Para una época que sanciona como elementos de la estructura, válidos como cualquier otros, lo insólito, lo aleatorio, lo informal, lo lúdico, es cierto que los paradigmas a recogerse del pasado creativo del hombre ya no podrán ser más que aquellos compenetrados con la sensibilidad, el modo de ver y el modo de expresar de nuestro tiempo. De ahí el significado que, bajo tal aspecto, asume el barroco, arte que anticipó –nunca está de más decirlo– mucho de la forma del arte moderno al introducir en la creación plástica la perspectiva en diagonal y la ilusión del movimiento, extendiendo también a la creación literaria, especialmente a la poesía, una idéntica diagonal del lenguaje y una equivalente sugestión cinética en el dinamismo de las imágenes. De todos los factores de correlación estilística entre el barroco y el arte moderno, es sin duda el acentuado aspecto lúdico de las formas verificadas en una y otra etapa de la evolución estética lo que más las aproxima, cuando son vistas bajo una crítica de sentido sincrónico. Así se explica el verdadero proceso de renovación de lectura por la que pasa hoy el texto del poeta jugador del barroco, delante del cual nuestra receptividad, estimulada por el envolvimiento lúdico del arte contemporáneo, se desenvuelve en el mismo grado de expectativa, de interés, de tensión bajo el que pactamos y extraemos, por ejemplo, tanto del juego conceptual del fingir poético de un Fernando Pessoa, como del juego de armazón dialéctica de un Joao Cabral de Melo Neto, o también, del juego gráfico visual de un Décio Pignatari –esto para no dejar de ajustar el paso con el presente y osado instante de la poesía del lenguaje. Por otro lado, a medida que la comunicación de masas, valiéndose de la eficacia y conjunción de sus medios e instrumentos, viabiliza un nuevo lenguaje de información no sólo referencial sino también estético, liquidando con su intención globalizadora los tabúes de los comportamientos estancos entre las formas artísticas e impulsando, por consiguiente, el proyecto de un arte total, ya se vuelve posible hablar de la figura–síntesis de un artista–jugador, de un artista capaz de expresarse jugando, simultáneamente, en la plenitud de una única partida creadora, con los más diversos materiales, signos y estructuras. Letras y símbolos, antes de tener una estricta función lingüística, se transforman, en sus manos en materia de trabajo plástico, de concepción no verbal, en cuanto recursos de naturaleza originariamente pictórica que se revierten en elementos estructurales de la escritura literaria y del lenguaje poético.

Affonso Ávila
“El poeta es un jugador”
en Sátiras y otras maledicencias, de Gregório de Matos.
Antología del poeta bahiano y textos críticos de Antonio Dimas, Affonso Ávila, Augusto de Campos, Joao Adolfo Hansen y Haroldo de Campos.
Selección y traducción: Gonzalo Aguilar y Juan Nicolás Terranova.
Corregidor, 2001.